abril 13, 2011

Para Armando Herrera, un homenaje de cumpleaños

Por Armando Herrera hijo.
Cómo se te extraña, cómo te extraño pa. 


abril 04, 2011

20 años ¿No es nada?

Quiero vaciarme...
Para poder llenarme...
Para no estar nunca llena...
Para ser la esencia de mi misma...
Para vivir... (Jorge Bucay)

Desde hace mucho tiempo tengo la costumbre de utilizar durante todo el año una agenda a manera de anecdotario.  Desde hace menos tiempo una de mis grandes ilusiones en noviembre es asistir a la vigilia por los mártires de la UCA y comprar allí la "Agenda Latinoamericana-Mundial" que de forma simbólica sale a la venta puntual y sin falta durante las actividades que se preparan para la conmemoración de la fecha de su martirio y por supuesto, esa es siempre mi agenda-anecdotario desde entonces.

Ayer, no, mejor dicho anoche estaba buscando una de ellas; para ser exacta la del año 2009 y no la encontré (espero que sea porque está guardada en alguna de las cajas con libros y documentos que por motivos de espacio he dejado 'en depósito' en casa de La Madre).

Entonces, no encontré la de 2009 pero sí la del año 2007; se me antojó hojearla y me di cuenta de varias cosas que quiero compartir: 1. Antes era mucho más disciplinada para escribir y las agendas eran prácticamente un diario. 2. Vale la pena hacer el esfuerzo para esas anotaciones; el tiempo pasa y hay mucha cosas que corren el riesgo de perderse si las confiamos nada más a la memoria. 3. Una sorpresa de la que derivó una pregunta: Después de todos estos años, de tantas cosas vividas y compartidas ¿sigo siendo la misma?

Me quedé un rato leyendo los pequeños escritos que caben en 4 ó 5 renglones y la respuesta se revelaba al compás de la lectura.  Sí y No.  A decir verdad creo que así como algunas cosas han cambiado, otras no sólo han permanecido sino que tengo la sospecha clara de que así se van a quedar...

La lectura fue un auténtico recuento de mi camino en ese año y al 'volverlo a recorrer' me fui dando cuenta de cómo fuera de lo puntual sobre las cosas que sucedían entonces, los sentimientos y pensamientos que me motivaron a escribir sobre esos acontecimientos siguen habitando en mi interior con la misma fuerza del momento en que fueron anotados:

« ¿A dónde van los desaparecidos? pregunta Rubén Blades. Y los bebés que no nacen, y las ilusiones rotas y los seres que amamos cuando mueren... esos ¿a dónde van? me pregunto yo. Hoy dijeron [los médicos] a mi prima que no hay más bebé. Hoy me contó Miguelito que enterraron a su abuelo. Hoy me duele en el lugar del alma donde duelen las cosas que no puedo entender, ni cambiar, ni aceptar fácilmente». Febrero 1, 2007

No lo puedo jurar, pero creo que si eso lo hubiese escrito hoy, lo habría hecho de la misma manera, porque aunque no fueran las mismas palabras definitivamente los sentimientos fundamentales con que lo escribí habría sido el mismo: Mucha rabia, dolor y tristeza.

¿Significa eso entonces que en 4 años nada ha cambiado en mí? ¡No, de ninguna manera! He cambiado y mucho, se nota por fuera y lo noto por dentro, pero también es verdad que en el fondo sigo igual, porque cosas como muchos de mis temores, inseguridades, angustias, sueños, mi manera de sentir, de querer, de sufrir o de reír siguen siendo las mismas.

Pensando sobre el tema recordé que a finales de enero de este año tuve el feliz reencuentro con una de mis ex-compañeras del colegio, teníamos más o menos 20 años sin más que un casual y fugaz encuentro una noche en un bar. Para el reencuentro acordamos: noche, vino y conversación a permanencia voluntaria en su casa. Y así fue.

Pasaron las horas y al cabo de muchas, en cierto momento cuando ya estábamos muy actualizadas en el recorrido de cada  una desde 20 años atrás hasta llegar a esa noche, con  mucha risa acumulada a nuestro favor, dos botellas de vino menos en la bodega y los pensamientos un tanto tontorrones, ella me miró fijamente y me dijo: «no has cambiado nada». Solté una carcajada y reconocí que eso mismo estaba pensando yo sobre ella: Que estaba igual. Más mujer, madura, adulta... pero ¡tan ella!

Su nombre es Loida, su mayor afición son los libros, es poeta, trabaja como editora de textos, escribe el blog "Gato por Letra", aún conserva esa manera de mirar directo con sus enormes y hermosos ojos verdes y vive compartiendo casa con su gata Scherezade. Cuando teníamos 17 años, juntas nos paramos frente al balcón que ponía en el horizonte "el mundo a nuestros pies".  Veinte años después, estamos aquí nuevamente juntas, acaso de pie sobre el mismo balcón pero con opciones distintas en el devenir.

¡Qué alegría haberla vuelto a encontrar y verla convertida en la mujer que es!
Qué regalo darnos cuenta, tal como me escribió ella, ya sin alcohol de por medio, en un e-mail al día siguiente: «que aún después de tantos años, tenemos muchos puntos de encuentro».

Hoy cuando escribo esto, pienso en que es igualmente una dicha poder darme cuenta de que así como me lo sugiere mi anecdotario de 2007 y como lo demostró este reencuentro, a veces hay suerte y los embates del camino dejan sin cambios la esencia que nos permite seguir siendo, en el fondo, las mismas personas y que detrás de nuestros triunfos y fracasos estén nuestra mirada, nuestros gestos, nuestra sonrisa y todo eso que nos hace Ser sin títulos, ni etiquetas, un poco como desnudas o revestidas solamente con lo fundamental.

Gracias a mi amiga Loida por este emocionante reencuentro y salud por las que fuimos, las que somos y esas que seguramente seguiremos siendo acaso por los siglos de los siglos... amén.


Nos enchufamos, gracias!


imagenes contadores

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