Uno no escoge el país donde nace: pero ama el país donde ha nacido.
Uno no escoge el tiempo para venir al mundo;
pero debe dejar huella de su tiempo.
Nadie puede evadir su responsabilidad.
Gioconda Belli.
Hace unas semanas recibí el e-mail
de mi amigo Massimo P., y era la respuesta a uno que yo le había enviado,
donde en algún momento le dije que "ojalá un día se dejara venir por El
Salvador..."
Sus palabras eran claras: "Yo quería ir con Marina en Salvador, pero confieso que tengo un poquito miedo (por ejemplo, de tomar un autobús...)."
Digamos que eso me dejó pensativa. Creo que me escribió eso porque leyó mi artículo titulado "Nuestro tránsito de cada día" sobre los peligros que involucra subirse a un bus en este país.
Hace
un tiempo Kath que junto a Miguel vivieron hace algunos años en El
Salvador y actualmente viven y han formado una familia en Bolivia me decía algo similar: "a nosotros nos gustaría mucho volver pero con
un hijo, te haces paranoico y ya piensas sólo en eso, dónde quieres que
crezca, qué quieres que aprenda... Aquí se respira una paz en ese
sentido que no sé cómo nos sentiremos otra vez en C.A."
Y bueno, yo quiero hacer en este punto del camino, un acto de contrición
-como quien dice- y reconocer primero, que las situaciones son ciertas, pero
a la vez, el "mea culpa" también es cierto, por dar a veces la idea de que quienes vivimos
en este país lo hacemos porque no nos queda de otra...
A ciencia cierta este es un país como muchos, pero muchos muchísimos en
el mundo, donde no sólo se puede vivir, sino también hacerlo de la mejor
manera que a cada quien le es posible. A algunos les cuesta más, a otros
menos… como en todo sitio supongo.
Hace tiempo que este asunto me viene rondando la cabeza y ahora presento
algunas razones por las cuales vivir aquí, o venir para conocer, vale
la pena:
- En este país hay delincuencia es verdad, hay robos en los buses muy a
menudo, es cierto, hay tristemente una cantidad muy grande de gente que
muere a diario por homicidio; pero hay miles de personas que salimos
cada día a la calle, hay otras miles que viene de visita, todas hacemos
las cosas cotidianas de la vida, nos movemos libremente y pues, no a
todas ni a todos nos pasan cosas malas cada día...
- El calor es mucho y de variados tipos: tanto de ese que nos
proporciona el sol que abraza durante el día y permite tener ganas de ir
a la playa, o comerse un helado de mango... como del que hace que la gente
se sienta querida e importante.
- Lo que marca son las personas no los lugares. Muchas veces en un
determinado país lo mejor que uno encuentra no es una comida o un
paisaje, sino la gente que lo habita, y EL Salvador no es la excepción.
Aquí hay gente que obra mal, políticos corruptos, ladrones, mareros y
asesinos; pero esos son algunos y no la mayoría de los salvadoreños.
- La gente salvadoreña es por norma general amable. La sonrisa nos es
fácil y hasta hay que reconocer que aquí "nos reímos por todo", incluso
por aquellas cosas que no nos deberían causar risa.
- Tal
vez por pura suerte, pero tenemos poca vocación de "sufridos" y no
sabría decir con certeza pero quizá sea que a fuerza de enfrentar la
vida con todas sus vicisitudes, terremotos, guerras, abusos de muchos
tipos, hemos aprendido a poner siempre la mejor cara ante cada situación
y por eso al ir por la calle en lugar de esas caras alargadas de gente
que ve sin mirar a menudo los salvadoreños encontramos una sonrisa.
Aquí decimos "buenos días", cuando caminando por la calle nos encontramos
de frente a alguien, aunque sea un desconocido. Recuerdo a Juan, un
español que estuvo por un tiempo viviendo en EL Salvador y solía decir
que aquí había aprendido "a sonreír", un tiempo después de haber
regresado a su país me envió un e-mail contando que la velocidad de Madrid ya le estaba llegando pero que él todavía conservaba la sonrisa...
En esta tierra se nos acusa de ser un poco metiches
y con justa razón. Aquí abrimos bien los ojos cuando frente a
nosotros hay algo (o alguien) que nos llama la atención, si vamos por la
allí y alguien intenta dar una dirección pero notamos que no sabe bien
dar la indicación nos metemos directamente
(con y sin permiso) y como si de un asunto nuestro se tratara nos
aseguramos de que la ayuda sea efectiva. En ese afán somos capaces de
incluso caminar desviando un poco nuestro camino si leemos en la
expresión de quien pregunta, que no alcanza a entender las coordenadas
de nuestro dedo indicando "de aquella esquina a la vuelta, sube un poquito y vuelve a cruzar..."
En El Salvador pasan cosas que nos sobrecogen pero, "a las cabales", como
decimos por aquí: No somos los únicos en el mundo. En el metro de Roma
una mujer inmigrante murió cuando una pasajera le apuñaló con un
lapicero por la espalda; En Estados Unidos niños matan niños a tiros
en escuelas; en México el narcotráfico gobierna poblados; en Guatemala
la delincuencia aunada con las pandillas y el tráfico de drogas mata
gente todos los días; en España el racismo, la violencia y la xenofobia;
en Bagdag bombas matan personas en grupo; en Colombia
la guerrilla; en Italia la ley dice que ser ilegal, es igual a ser un
delincuente; etcétera... Y esos son tan sólo algunos ejemplos, ante los
cuales tengo una sola pregunta: ¿Podemos decir que estamos a salvo sólo
porque nunca hemos visto morir a alguien en la acera de nuestra casa?
En el mundo globalizado las cosas malas también son muy parecidas. Hay delincuentes, ladrones, mafiosos, narcos,
corruptos, locos, etc. Y a todos los sitios llega mucha gente de visita
y miles de miles de personas tienen sus hogares fundados en medio de
las circunstancias y situaciones que les toca enfrentar de cualquier
manera. En El Salvador y en el resto del mundo cada día la gente se
levanta por la mañana y se va a la escuela, al trabajo, de paseo, al
cine, al mercado, a una cita de amor, a encontrarse con los amigos, a
darle una mirada a la familia, a recibir el cálido abrazo de una madre,
de un padre, en fin…
Y
cada día en todo el mundo hay hechos que no tienen una explicación:
¿Por qué una persona se suicida y encima mata a muchas otras en un
centro comercial? ¿Por qué una madre mata a sus hijos? ¿Por qué la
guerra, el hambre, la inseguridad, la violencia, el empobrecimiento de
los pueblos, la naturaleza inclemente o la voracidad descontrolada
de los seres humanos? Es que podemos escribir libros sobre cada tema y
tal vez ninguno tenga la respuesta completa. Siempre habrá vacíos,
siempre habrá más preguntas que respuestas, pero en medio de todo, cada
día el sol vuelve a salir y la esperanza se renueva, las madres y los
padres luchan por sus hijos, los hijos aprenden a vivir su propia vida,
dos deciden amarse hasta la muerte, otros deciden redireccionar
su camino y empezar uno nuevo, algunos reciben la caricia de una leve
brisa y piensan que no se puede ser más feliz que ellos en ese
momento...
El punto es que El Salvador es lo bueno y lo malo. Hace muchos años, un
hijo que tenía 16 años sin ver a su padre, que vivía en El Salvador en el
final de los años 80's le respondió "es que en El Salvador mucho matan"
a la pregunta de ¿Por qué no venís a vernos? que le hizo su progenitor y
sé de viva oída que la respuesta del padre fue "si tan sólo así fuera ya me habrían matado a mí ¿no crees?".
Respuesta espontánea a una afirmación con sabor a excusa mala y creo
que eso mismo es lo que intento decir hoy con este escrito.
Las
cosas pasan pero la vida sigue y en El Salvador no solamente sobrevivir
es posible, también es posible la vida, es posibles la risa, es posible
el canto, como también lo es la lluvia, encontrar amigos, leer un
libro, tomarse un buen café, fumarse un cigarro, irse de copas, formar
una familia, compartir calor de hogar, tener un trabajo, dormir bajo las
estrellas, compartir noches de vino de amor y de luna, estudiar una
carrera, creer en Dios o volverse ateo (mantenerse ateo es más difícil
pero ese es otro tema) también se puede soñar, subir volcanes, bañarse
en la playa, ponerse metas, alcanzarlas y dejar que de vez en cuando la
vida nos cuente un cuento y nos sorprenda...
Vivimos
inmersos en una realidad concreta pero ¿no es igual en cada país del
mundo? aquí hay que abrir los ojos y estar alertas para que no nos roben
la cartera, hay que ser prudentes para conducirnos y tener cuidado en
ciertos lugares especialmente al caer la noche, subirse a un bus es una
aventura pero en paralelo hay una pasión palpitante por la vida, héroes,
cabrones y santos, un pasado que vale la pena recordar (aunque sea para
no olvidarlo) y una historia que huele
a futuro y que escribimos día a día quienes habitamos esta tierra tan
llena de contrastes como de verdes infinitos, este es un terruño de
sonrisas que encierra grandes motivos para estar, para marcharse, para
volver y para venir y desear quedarse.
En
El Salvador se ama y se lucha y muchos se preguntan ¿cómo se hace?,
¿cómo se vive y se es feliz en medio de todo? No sé la respuesta pero me
atrevo a decir que no es solo una, son muchas pero no es posible
puntualizar porque hay que estar aquí para palparlo, porque no se conoce
un país leyendo informes de desarrollo si no caminando por sus calles,
conociendo a su gente, oliendo sus olores, probando sus sabores,
metiéndose en sus aguas y abriendo bien los ojos con el corazón
dispuesto a mirar pero "mirando" o como dijo el reconocido escritor
colombiano: "vivir para -luego- contarlo".
Querido Massimo, Querida Kath, amigas y amigos: El Salvador les espera…
2 Response to "Puertas abiertas"
Me encanta Mari!!! Muy bien dicho!!!! Azul sobre azul, con el barro en las venas caminamos nuestros días respirando Cuscatlan !!!
Comentario de Kath, en aquellos días, pero que se quedó bien atrás en el "cbox":
Querida Mary. Estoy totalmente de acuerdo. Yo amo El Salvador por las personas que en ese país me brindaron su corazón y eso fue desde el primer día que puse un pie ahí, en julio de 1992. (Kath)
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Gracias,
Ma. Ofelia