A 'las mujeres de mi vida' que ya no son solteras,
pero siguen teniendo tiempo para ellas
y para que tomemos juntas
aunque sea de vez en cuando un café.
Con el amor y la admiración de siempre.
Todo vale en la guerra y el amor. No importan los sacrificios,
valían la pena si eran para encontrarse contigo…
para poder seguir juntos… juntos para siempre…
Ese es el eterno slogan con que crecemos, nos lo dicen las telenovelas, las películas, la familia, las parejas: "juntas, viviendo infelices, pero juntas", o si no: "después de mucho sufrir, el premio es un para siempre" como nos enseñaban los escritos de la niña Corín Tellado (único vicio de lectura de algunas y algunos que también tienen el de comprar revistas de esas que dictan lo que está "in" y lo que está "on" en cuanto al vestir, el sexo, el comer, el tener, etc. etc.).
Si será tan cierto como que esta mañana de julio me desperté a las 6:00 y me fui directo al gimnasio, pues no lo sé, no creo ser experta en casi nada y mucho menos en esos temas y caminos que se refieren al amor, pero resulta que hoy escuché (sin querer…) una conversación entre dos mujeres mientras nos movíamos entre las máquinas y las estaciones de descanso y como lo de tener una oreja en un sitio y la otra en otro (como lo sabrán bien quiénes me conocen de hace tiempo) "es lo mío", pues no pude evitar primero: escuchar y segundo: preguntarme ¿uhm?; el diálogo iba más o menos así y no crean que no sé bien que me resta credibilidad el hecho de estar nadando dentro de un mar de sudores y con la concentración puesta en cada músculo de mi cuerpo mientras me enteraba del asunto, pero voy hacer el intento para que sea lo más verídico posible, ok:
- Mirá, ¿y ya no ha venido la Fulana? (prefiero bautizarla fulana porque como ya sabemos, este mundo es como un pañuelo...)
- No!, ¿y que no supiste que se casó?
- Ah sí me enteré, pero creí que iba a seguir viniendo...
- No vos, si cuando uno se casa se acaban muchas cosas, hay que atender la casa, al marido y el trabajo, después vienen los hijos, los problemas, las obligaciones… ya no queda tiempo para otras cosas... si yo vengo después de 10 años de casada porque me lo recetó el doctor...
- Sí es cierto... yo por eso me lo pienso... creo que no tengo ganas de renunciar a mí todavía...
Vaya pues, ya si digo que escuché más estaría mintiendo, a esa altura del diálogo ya mi mente divagaba, quizá fue la máquina que utilizaba en ese momento pero sentí que me dio un váguido y desde ese momento sigo pensando y pensando “no tengo ganas –todavía- de renunciar a mí” (…)
Como no tengo ninguna experiencia en el asunto, supongo que mi opinión no cuenta, pero como ya sabemos que yo siempre voy a tener algo que decir pues aquí les va:
Creo que efectivamente así es la cosa en muchos de los casos (bueno, en la mayoría…): “madre, esposa, amiga, amante, cocinera, recoge todo, lavandera, le plancho bien y se lo hago gratis, lustrabotas, enfermera, organizadora y administradora del presupuesto familiar, compañera de luchas, ayudante de tareas, la chofer, la que va al súper, al mercado, la que trata con la señora que viene a colaborar en la casa, con el jardinero, con el vecindario, con los vigilantes, organizadora de fiestas, buena escucha de problemas, prepara meriendas, organiza paseos y que además (en muchos casos): tiene un empleo de por lo menos 8:00 a 5:00 por decir algo”.
Y ¿a qué horas se acuerda una de que sigue siendo una y que a esa una le gusta(ba) serlo sin más?. "Es que las cosas cambian". OK.
Pero entonces tengo que olvidarme de mí para que otros puedan vivir?
“No tengo ganas –todavía- de renunciar a mí”
Entonces, ¿es necesario hacerlo?, será que se trata de algo así como:
"Un día fui alguien que disfrutaba haciendo cosas para mí como ejercitarme, salir para hacer algo que no fueran mandados para alguien de la casa, ir de compras, quedar para 'tomarnos algo', ir por un sorbete y comérmelo despacito mientras caminaba, ir por una cerveza y tomárla en un bar con amigos mientras hablamos de la vida y sus andares, me gustaba caminar, correr, viajar, jugar fútbol, andar en moto, pasear por algún parque, cocinar para comer rico no por obligación, gritar en el estadio, reír por tonterías con los amigos y las amigas, salir de vez en cuando sola, ver una serie en la tele, ir al cine a ver algo que no sea películas para infantes (que no están mal pero...), oír música, soñar, caminar con mi pareja tomados de la mano mientras caminábamos juntos sin ir corriendo para ningún lado, hacer el amor con pausas y sin prisas o con locura "pero hacerlo", a veces estaba contenta, otras me sentía cansada, harta y era consciente de ello pero nunca me sentí mala persona sentirme así, pero luego me casé y ahora..." ¿Será de verdad así?
Pues no lo creo y menos mal que tengo buenos ejemplos que me validan.
Definitivamente no sé qué facil o qué dificil es, pero creo que es necesario y a la vez justo que a pesar de las exigencias y de lo que el mundo espera, podamos reservarnos el derecho a seguir siendo quién somos y a que en medio del tren de actividades que demanda la vida en sí, más la vida en pareja o en familia, haya un espacio para seguir conectadas/os con ese espacio particular donde una es una, sin más, sin que sean los roles y responsabilidades los que intenten definir y dictaminar ahora ‘cómo debemos ser’ ¿o no?
“Tiene que aprender a ser mujer de su casa” me acuerdo que escuchaba decir mientras crecía ¿mujer de su casa?, por mi parte lo dejo en mujer a secas y con eso ya tengo para esta vida (y ojalá que para algunas otras…) y si un día decido junto a alguien adentrarme en la aventura de la convivencia “a dos”, espero, pido a la Diosa en la que creo, cruzo los dedos y tiro una moneda al pozo de los deseos para que sea: primero no una renuncia sino un continuar y ya de paso que la decisión la tomemos con la firme corazonada de que juntos potenciamos nuestras cosas buenas, de querer compartir las cargas, de que no todo será bueno pero por tanto tampoco todo podrá ser malo...
Al ir caminando lado a lado, creo que con esfuerzo, en la suma y con el tiempo se aprende quién es y quién no es la persona con quién vamos, en ese trayecto es una suerte si a pesar de muchas cosas se logra encontrar la manera para seguirse admirando, aceptando, amando, tolerando, respetando y animando para que aún en medio de tanta cercanía y tanta intimidad puedan seguir siendo dos que se ayudan mutuamente a seguir siendo quiénes son, sin intentar nunca morir uno por el otro, sino más bien vivir asumiendo cada cual lo suyo mientras lo disfrutan juntos...”
Por mi parte he dicho.
Quiero (Jorge Bucay)
Quiero que me oigas, sin juzgarme.
Quiero que opines, sin aconsejarme.
Quiero que confíes en mí, sin exigirme.
Quiero que me ayudes, sin intentar decidir por mí.
Quiero que me cuides, sin anularme.
Quiero que me mires, sin proyectar tus cosas en mí.
Quiero que me abraces, sin asfixiarme.
Quiero que me animes, sin empujarme.
Quiero que me sostengas, sin hacerte cargo de mí.
Quiero que me protejas, sin mentiras.
Quiero que te acerques, sin invadirme.
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten,
que las aceptes y no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas que hoy,
hoy podés contar conmigo
sin condiciones.
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Gracias,
Ma. Ofelia