agosto 19, 2012

Abstracción

Posted on 22:16 by María Ofelia ZP

Nunca utiliza un condón; le da igual si se trata de un hombre o una mujer o varios; no hay límites para lo que se le puede pedir que haga, o que se deje hacer.

Hasta aquí cosas más o menos comunes a la hora del sexo, a decir verdad: Más comunes de lo que imaginamos...

En lo sucesivo, mi catarsis personal luego de mirar los ojos almendrados y la mirada de susto de un chico de unos 20 años al momento de recibir unas pre y post consejerías y hacerse la primera prueba de VIH de su vida.

Vende su cuerpo a cambio de drogas,
"intercambio de sexo por drogas" es como se le llama.

Nunca utiliza un condón.

No le importa si es un hombre, una mujer quien le contrata
y no ha límites físicos, para lo que se le puede pedir que haga o se deje hacer: "Todo se puede... ¡cuando se llega a un precio!".

Después de cada encuentro dice sentirse como quien ha jugado a la "ruleta rusa", pero eso no impide que siga jugando e incluso, tal vez, nunca será el motivo por el cual decida dejar de arriesgarse.

Intercambia sexo a cambio de drogas y un sentimiento particular de "mea culpa" le hace pensar que merece castigos por sus actos y vive convencido de que un día esos castigos llegarán, ya sea por medios humanos o divinos.

Empezó a vivir en la calle a los 8 años, su madre se llamaba María y vivieron juntos sobre todo durante los últimos años de la vida de ella, hasta que se murió a causa de un cáncer. Desde entonces la calle es su casa y quienes la habitan en su única familia.

Pestañas enormes y mirada penetrante, piel morena y posturas de chiquillo guapo que se sabe guapo.

Cuenta que su mayor clientela son mujeres mayores y hombres a los que les gusta tener sexo con otros hombres. Prefiere que le paguen con drogas, no le interesa el condón de ninguna manera; dice no haberse hecho nunca una prueba de VIH «porque  le tiene miedo a las agujas

Le tiene miedo a las agujas, pero no a los riesgos que toma cada día; opina que a sus 20 años ya vivió suficiente, está cansado, como literalmente lo expresa: «de dar el culo por drogas

Conversación, prueba, entrega de resultado, conversación y adiós.  Ese es el resumen. Cuando se marchó me quedé pensando y concluyo que la única manera de sobrevivir a una espiral como esa, es recurriendo a una especie de aislamiento mental, sobre todo cuando recuerdo sus palabras y su mirada diciendo: «Cada día fumo [crack] todo lo que me es posible, porque de otra manera no podría aguantar tanto sexo...»

¿Cuál Estado?,
¿Cuál familia?,
¿Cuál iglesia?,
¿Cuál Sociedad de mierda vela por los derechos humanos de estos chicos?

Pero el aislamiento mental no es cosa sólo de gente que vive en situaciones extremas de abusos y sufrimientos... las sociedad, las personas que formamos las distintas sociedades, frecuentemente vivimos también metidos en esa especie de burbuja desde donde se puede obviar cosas como las enormes e irreconciliables brechas entre la opulencia y la miseria.

En El Salvador existen los pobres y también los más pobres y miserables entre los pobres.  También existe la gente que quiere hacernos pensar que a fuerza de decir que las cosas no pasan, estas de verdad no pasan.  A menudo se prefiere creer que vivimos en un hermoso país porque así lo dice una campaña de radio, yo creo más bien en aquello que dijo un día el poeta Roque Dalton:  En mi país viven "Los tristes más tristes del mundo" y hoy he querido escribir esto en nombre de uno de ellos, aunque muy probablemente me dio uno falso.

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Gracias,
Ma. Ofelia

Nos enchufamos, gracias!


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