junio 22, 2009
Con el alma desbordada....
Así canta Norma Helena Gadea en la canción original de la cantautora Teresa Parodi y que ella dedica a su hija “Candelaria”
Pues “Sin Palabras” es un canto que me transmite fuerza y su letra me sabe a orgullo, a sorpresa de vida y a ese sentir que a veces surge cuando de repente uno ve a un niño o una niña que se vio nacer: caminar como grande, opinar como grande, actuar como grande y que ello nos haga entrar en un momento de repentina lucidez en la que nos hacemos una pregunta, un poco loca pero a la vez inevitable: ¿Pero cuándo creció… cuándo se hizo tan grande sin que yo apenas me diera cuenta?
“(…) Hija mía mi amor, qué linda estabas… cuando fui a despertarte esta mañana, tantas cosas pensé y no dije nada, que crecida te vi, mi amor que larga (…)”
Y con esas palabras inicio lo que para mi es un homenaje a los logros que se alcanzan no sólo gracias al afán, empeño, disciplina y dedicación de una persona (o personita) sino también gracias al apoyo en muchos sentidos de todo un conglomerado de seres que incondicionalmente se toman muy en serio su respectivo rol y de la manera más eficiente que les es posible se ponen a la altura de las circunstancias para colaborar en los éxitos académicos de alguien hasta que llega el día de verles graduándose…
Acompañar el camino académico de cualquier persona es algo que requiere -más allá de lo económico- cariño y perseverancia, muchísima paciencia, mucha voluntad y una dosis muy grande de “presencia”.
Vivir el día a día y semana a semana de cerca con un o una estudiante es como librar pequeñas batallitas intentando hacerlo de la mejor manera que nos es posible: recordando, aprendiendo y re-aprendiendo, a veces incluso preguntándonos "mmmh, pero si este tema yo lo estudié… ¿por qué será que sólo una nebulosa aparece en mi cerebro ahora eh?", será porque han pasado desde aquellos días –según sea el caso- a veces meses, a veces años, y otras incluso ¡muchos años!
Pues bien, así las cosas, entre tarea y tarea se ha pasado el tiempo y transcurrido el primer año, el segundo, el quinto, el octavo, el bachillerato y entre desvelos, cuadernos, enfados, lápices, uniformes, colores, exámenes, borradores, planas, sacapuntas, bolsones, llegadas tarde, loncheras, reuniones, baños a buen 5 de la madrugada, desayunos, almuerzos a la carrera, el pito del microbús, el estrés de todo el mundo, la lucha con el tráfico, maestras y maestros de los buenos, de los con vocación más bien de sargento, los inolvidables, las monjas, los curas, las faldas abajo de la rodilla, los intramuros, los torneos de basketball, de fútbol, de voleibol, los castigos inmerecidos (porque siempre son injustos!), caritas alegres, caritas tristes, un 10 en el examen, un cinco “inexplicable”, el día cívico, salir a marchar, el día de la familia, de la madre, del padre, del maestro y la maestra, las excursiones, los días de lluvia, los días de sol, las compañeras, los compañeros, las horas libres, los recreos, las vacaciones, volver a clases, pasar el grado, pasar del tiempo… pasaron los años: ¡se están graduando!. Luego llega la U y se repite la historia por supuesto!
Increíble todo lo que gira en torno a la formación de cada persona y de cada generación.
Indiscutiblemente es fruto de muchos esfuerzos cada meta académica que se alcanza y seguramente no hay palabras capaces de definir lo que hay en la mente y el corazón de una madre o un padre, abuelas y abuelos, tías y tíos cuando se ha visto a alguien llegar al mundo, caminar sus primeros senderos, romper el silencio con risas o su llanto, cambiar el mundo con su presencia, crecer, formarse, esforzarse, desvelarse estudiando, pedir nuestra ayuda de vez en cuando, y de repente: ¡verles coronar! Como decía mi papá.
Qué privilegio tan grande es ver a un ser humano transformarse. Y en algunos casos ver como las transformaciones son en dos vías y al unísono: Unos creciendo y otros pasando de ser “tan sólo él o ella” y convirtiéndose en madre, padre, abuela, abuelo, tía y tío, en fin…
Ayer mientras pagaba mi almuerzo en un sitio de costumbre mi amiga Carmen le preguntó al hijo de la dueña del lugar cómo le va en la escuela, a lo que él respondió un poco apenado "no voy" y un poco sorprendida ella le volvió a preguntar si ¿éste año no ha ido? ya que el comedor fue abierto hace poco y él -el niño- es una pieza clave en el mismo (hace mandados, despacha, va a dejar comida, etc.)... "NO, NUNCA HE IDO" fue su respuesta y yo sentí como que un mazo me daba en la panza... y el golpe fue rematado al escuchar la inmediata intervención de su abuela que le dijo "porque soy haragán dígales, hay que ser sincero, dígales que no estudia porque usted es un haragán" . En ese momento sólo un repentino aparecimiento de la prudencia que a menudo no me acompaña me contuvo de la cólera que me dio al escuchar cómo se destruye la autoestima de un niño, cómo se le enseña a creer que "aquí el tonto es él". A menudo las adultas y los adultos limpiamos nuestras culpas por medio de engaños de este tipo: "la niña se quemó porque jugaba en la cocina", Claro, porque jugaba donde no se debe y no porque yo que soy adulta/o, su responsable y además que tengo la capacidad para medir el peligro no la cuidé como se debe. Sí, tal vez esas cosas suceden sin intención de nadie pero concretamente las niñas y los niños no son los culpables".
Muchas felicidades por los pequeños pasos en el la educación -formal- de sus pequeños amores y por darse la oportunidad de acompañar esas vidas y verlas florecer.
"Levantemos la mano por la educación de las niñas" era el eslógan de la Campaña Mundial por la Educación en el año 2003. "Levantemos la mano por la educación de las niñas y los niños" es mi exclamación hoy por hoy.
Mi cariño por siempre y una canción para quienes como ya lo sabemos, aunque crezcan siempre serán "esos pequeños motivos" que nos dejan a menudo como apunta el título: Sin palabras.
Sin Palabras
/Norma Helena Gadea (de su disco "Lo Esencial")
Hija mía mi amor qué linda estabas,
cuando fui a despertarte, esta mañana
cuántas cosas pensé, no dije nada,
qué crecida te vi, mi amor, qué larga!
Las palabras ya ves
jamás alcanzan
si lo que hay que decir
desborda el alma
pero atiéndeme bien, cuando haga falta…
a tu lado estaré por si me llamas...
pequeña mía, por si me llamas.
El país que soñé que tú habitaras
aún nos cuesta dolor, sudor y lagrimas,
pero existe mi bien con tantas ganas
en tus ojos lo vi, esta mañana
No lo olvides jamás
Pequeña y canta,
es hermoso vivir… con esperanzas
Que el amor puede más, que lo que pasa
eso quise decir, no hallé palabras
no hallé palabras…
mi Candelaria….
Salva al Kinder en Santa Cruz...
Carito graduándose de bachiller...
Michelita graduándose del Kinder
Jason graduándose del kinder en Los Ángeles, CA.
Antonio en el último día de su primer año en la Guarde...
La Dani en aquella semana de "Expo-Científica" donde al cabo de unos días preguntó ¿por qué viene tanta gente y nadie de la familia? y como debía ser, al día siguiente: La Familia en Pleno llegamos allí para apoyarla. A veces hay despistes pero lo importante es saber remontar...;-)
La Tont... prima Ruth -mamá de la Dani - graduándose de la U. (a veces "la U" deja como herencia algo más que la formación y un título... jaja)
La Rinis y Mayra después de tanto pelear con la UCA... Muy bien!!!
2 Response to "Con el alma desbordada...."
Muy lindo reconocimiento. Me siento aludida (jajaja).
Pilar.
Muy bonito Ofe...
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Gracias,
Ma. Ofelia