septiembre 11, 2010

Pan y circo: eso es lo que le gusta al pueblo...

Posted on 11:58 by María Ofelia ZP

Al pan: pan; al Pene: pene; a las maras: maras y a cada quien: el apelativo y las consecuencias que le toquen…


Respecto a todo este caos ocasionado por el paro de transporte que hicieron los empresarios de buses aprovechando la coyuntura de amenazas efectuadas por algunos grupos de las tantas ramificaciones que tienen las maras o pandillas en El Salvador, el circo romano organizado y sostenido de principio a fin por los medios de comunicación que sin medir consecuencias ni los posibles muertos por la estampida que estaban provocando invitando sin miramientos a la histeria colectiva y el silencio constante e imposible de romper de los representantes del Estado que tienen que ver con el tema de la seguridad nacional, anoche en un momento donde me invadía la desesperanza, la impotencia y la tristeza por ver la incapacidad de diálogo y reflexión que tenemos como pueblo, sabiendo que el presidente no ha podido más que “hacer más de lo mismo” firmando la “Ley antipandillas” aún con los predecibles desenlaces me puse a pensar en lo difícil de este camino, sobre todo por el atontamiento con el cual hemos clasificado de manera simple y cómoda a todo lo que parece delincuencia: MARAS, sin el desglose respectivo para que de una vez por todas se empiece a llamar a las cosas por su nombre y por ende, a cada una se le empiece a dar el tratamiento que corresponde.

Nos hemos dejado vender la idea de que todo lo malo lo hacen las maras: secuestros, hurtos, robos, asaltos, asesinatos, narcotráfico, empujones en la vía pública, sacadas de dedo de un carro a otro, pitadas de la vieja a la hora de conducir, terrorismo en las calles, asesinatos en masa, macabros escenarios que nos dejan sin respiración y sin palabras, robos de gallinas, perros y gatos, extorsiones, secuestros, toques de queda, cobros de peaje en los caminos, pintadas en las paredes, huracanes, terremotos e inundaciones etcétera y muchos otros etcéteras…

Así, hemos llegado a vivir en un país donde cualquiera puede cometer delitos sin que sea buscado, encontrado, juzgado y condenado por ellos porque pase lo que pase, nadie tiene que investigar, todas y todos lo sabemos: lo hicieron las maras…

¡Matémoslos a todos, castigo!

Es el grito de batalla que se oye en cualquier lado… los diarios, los noticieros, la gente en la calle, nuestra gente cercana, aún cada una y cada uno de nosotros algún día lo ha por lo menos pensado… y creo que hay razón en pensar y expresar eso, sobre todo cuando somos hijas e hijos del desconocimiento, porque somos un pueblo mal informado y poco crítico de la realidad nacional; nos dejamos contar lo que sea siempre y cuando esté avalado por su majestades: LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN…

En estos días me preguntaba yo: ¿y quiénes son las maras? Es decir, si el grito de batalla es “hay que matarlos”, entonces mi pregunta es ¿a quiénes? Alguien sabe ¿dónde están los listados de nombres para saber quién es quién? Porque sino entonces ¿a qué nos referimos cuando bajamos el pulgar y dictaminamos muerte como solución? ¿Hay que matar a toda la juventud salvadoreña?, ¿a la juventud pobre?, ¿a la juventud de las barriadas y zonas empobrecidas?, ¿hay que disparar contra todo el que parezca por parecer y contra el que no por semejanzas?, o sea, la pregunta nuevamente me la hago ¿a quiénes hay que buscar, encontrar, juzgar y hacer pagar por sus delitos?

En este país hay corrupción, muertes, injusticias y muchos otros problemas sin solución a la vuelta de la esquina y ciertamente no todas estas cosas son responsabilidad de las maras primero porque las maras como tales ahora tienen ramificaciones que no seríamos capaces de comprender de manera sencilla porque de lo que nunca hablamos es de lo que se mueve y cocina detrás de las ellas.

El entramado de intereses que se cubren las espaldas en el contexto de “presuntos mareros hicieron tal cosa” es extenso y su amplitud hace necesaria y urgente una mirada más adentro que permita una visión más amplia de lo que vivimos en la región… Detrás de las maras señoras y señores hay quiénes las sostienen, quienes las financian, a quienes les convienen, quienes las viven, quienes se benefician, quienes no saben ni cómo funcionan pero aprovechan las coyunturas para hacer sus propias jugadas que quedarán luego tapadas por el interminable espiral de impunidad generado por la simple y sencilla razón de que hemos aprendido a pensar en “las maras” como un ente con vida propia que va por los caminos ocasionando desorden y sembrando pánico, destrucción y muerte ante la mirada de quién sea porque no le tiene miedo a nada ni a nadie… Detrás de las maras hay gente “honorable” que les condena públicamente pero se beneficia de su existencia, hay un sistema podrido que les provee de juventud para que las integren –mueran los que sea que mueran- porque siempre vendrán más tras los que mueren y mientras tanto detrás de las maras hay narcos, políticos y delincuentes comunes, pero también nos guste o no nos guste dentro de ellas están quiénes son las víctimas de un sistema que les ha empujado a militarlas, entre ellos verdaderos delincuentes sin retorno como también jóvenes de todo tipo y múltiples razones para haber tomado la decisión de ingresar a una pandilla que quieren dejarlas pero no saben cómo… ya sé que las masas piensan que esos no interesan porque “tomaron una decisión y ahora que la soquen” pero yo últimamente reflexionando me pregunto si eso es realmente lo más justo.

Podemos y debemos dejarles sin la oportunidad que podría acaso salvar sus vidas (integralmente) y ofrecer un camino que enfrente con cabeza y a largo plazo este problema tan grande como son las pandillas juveniles? La reinserción es posible y está comprobada. No en todos los casos pero sabemos que eso es así con todos los problemas sociales del mundo, unos se salvan y otros no...

Pero no queremos, estamos tan faltos de información, intoxicados del mensaje repetitivo de que aquí “las maras hacen todo lo malo y son monstruos sin remedio” que no somos capaces de reflexionar y ver la realidad de que más peligrosas que las maras son quienes las hacen subsistir, crecer y no morir porque ninguna estructura de ese tipo puede sostenerse sola, sin recursos, sin que haya quienes les proporciones los medios para existir y por eso, tal vez es menester pensar que quienes sostienen a las maras en sus distintas ramas son también seres vivos, es decir, otros entes hasta hoy “invisibles” o mejor dicho “invisivilizados” porque de ellos ¿quién habla?, ¿quién les busca?, ¿quién les agarra?, ¿quién les juzga?, ¿quién les condena? Esos a ver que alguien me diga ¿cuándo van a pagar por sus delitos?

Supongo que la sociedad en que vivo no está lista para este paso, pero para mí por lo menos ha llegado el momento de dejar de pensar con simpleza, de empezar a intentar llevar la mirada más lejos, más profundo y de empezar a reflexionar desde una pregunta que me vengo haciendo desde hace muchos días ¿a quién le conviene toda esta violencia, delincuencia, terror y muertes?.

Partiendo de ella entonces empiezo a ver con mayor claridad, las maras “no son un ente con vida propia”, las maras son estructuras de poder lideradas por distintos intereses, y entre ellas hay las que son formadas por “bichos tontos” que no sabían en lo que se metían, tal vez igual que yo cuando me tocó ser “bicha tonta” y en mi ingenuidad adolescente me rebelaba contra cualquier atisbo de autoridad que me quisiera indicar normas, obligaciones y responsabilidades… Las consecuencias para unos y otros son por obviedad distintas pero no soy capaz de imaginar que a mí nadie me hubiera querido ayudar o quedarse a mi lado cuando siendo una niña, joven e inmadura tomé decisiones equivocadas…

Por eso, con el corazón hecho trizas escribo este post CONDENANDO la difamación de la que es víctima mi amigo Antonio Rodríguez, cura y trabajador incansable por la juventud de nuestro y país en particular la del municipio de Mejicanos en San Salvador al que se le acusa ahora de muchas cosas menos de lo que realmente es: alguien que se ofrece como mediador en un camino no explorado como lo es el diálogo entre el gobierno y los jóvenes de las pandillas que quieren poner fin a un camino de sufrimiento para todas y todos… no se trata de defender delincuentes, está claro que por sus delitos debe pagar cualquiera, se trata de intentar un diálogo responsable como el que propició la paz a la guerra que por 12 años vivimos en las décadas de los 80’s y 90’s… todo a fin de encontrar soluciones a un problema que tiene raíces primarias como lo fueron en su día la exclusión, falta de oportunidades o acaso la desintegración familiar que la misma guerra o la obligada migración por la que muchas y muchos han tenido que dejar a hijas e hijos a sus suerte en esas edades donde “todo es posible porque la juventud se siente inmortal”.

Si el camino del diálogo es posible y una solución solamente lo puede asegurar el que por lo menos se intente, pero en su lugar, el pueblo quiere sangre, quiere muertes, quiere corderos para expiar sus culpas…

Como no soy experta en el tema, me resta nada más REITERAR MI APOYO TOTAL E INCONDICIONAL AL P. ANTONIO RODRÍGUEZ LÓPEZ TERCERO, a quien considero una persona con la suficiente experiencia y lucidez en medio de toda esta tiniebla en la que nos quieren seguir invitando a vivir…

Toño: No estás solo y el tiempo estoy convencida dará razón a la verdad porque nuestra juventud merece oportunidades reales y no sólo la condena de aquellos y aquellas que se sienten “libres de culpa” y por ello han sido capaces de anotarse al espectáculo donde quieren arrojar la primera piedra.

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Ma. Ofelia

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